Protege a tu hijo del sol
Todos nos alegramos cuando aparece el sol en verano, pero a pesar del placer que proporciona , siempre debes garantizar una protección adecuada a la piel del bebé.
¿Cuál es la mejor protección contra el sol para los bebés?
Primera y muy importante: no expongas la piel del bebé directamente al sol, por más calor que haga, siempre debe estar cubierto con una ropita ya que la piel del bebé es muy sensible todavía y los rayos del sol son demasiado fuertes.
Ponle siempre una crema de protección muy alta -depende de lo que te diga tu pediatra, pero una 50 es lo habitual en bebés.
Intenta mantener a tu bebé a la sombra en verano, siempre bajo una sombrilla o en interiores preferiblemente.
Ponle gorro en cuanto lo saques del coche, una gorra con visera, con pañuelo cobertor de la nuca o un sombrerito de ala ancha, no estará totalmente protegido del sol y menos del calor pero protegerás lo más importante, la cabeza. El cráneo de los bebés y niños pequeños es aún muy delgado. Por ello la intensa radiación solar en la cabeza y el cuello puede fácilmente irritar las meninges y por lo tanto dar lugar a una insolación. Si tu bebé de repente en un día soleado tiene la cabeza muy roja, caliente y el resto de la piel fresca, esto suele ser un signo seguro de insolación. Un llanto agudo y el vómito son otros signos. Si sospechas que tu bebé puede padecer insolación llévale de inmediato a un lugar fresco, sombreado y mójale la cabeza y el cuello con un paño húmedo. Mantén la cabeza del bebé derecha y dale de beber mucho líquido. Si no mejora dentro de un rato, deberías consultar a un médico.
También la delicada piel de los pies se puede quemar rápidamente. Protege sus pies con unos zapatos cerrados o le pones unos calcetines. Estos últimos tienen la ventaja de que el bebé no sudará tan fácilmente y puede moverse mejor.
Si la claridad es excesiva y tienes miedo de que afecte su vista puedes adquirir gafas de sol especiales para bebés.
No cambies las rutinas de tu bebé por mucho que a ti te guste el verano y la playa. Es una personita que está acostumbrada a unos horarios y temperaturas que debes respetar.
Hidrata a tu bebé; al principio solo podrá beber leche y después ya empezará con los jugos y agua. Debe tomar más líquido del habitual durante verano para no deshidratarse.
También debes tener en cuenta que la arena, hormigón claro, y especialmente el agua, reflejan los rayos del sol. Si el bebé juega en la arena, aunque sea en la sombra, la radiación está siendo intensificada. Siempre es esencial usar protección solar adicional.
La radiación solar es más intensa al mediodía. Por lo tanto evita salir con el bebé entre las 11 y las 15. En esas horas no solo la radiación es muy alta sino que la temperatura es muy elevada y el bebé podría tener demasiado calor.
Funciones de la piel
La piel de los adultos, como mayor órgano sensorial, es responsable de muchas de las funciones de protección. Por ejemplo, es responsable de la regulación de la temperatura y evitar influencias ambientales perjudiciales. Como perjudiciales entendemos los rayos ultravioletas del sol, los rayos UV sobre el cuerpo humano. Para evitar daños en las células, la piel tiene un mecanismo de protección eficaz.
En las capas superiores de la piel, hay unas células especiales llamadas melanocitos. Cuando la piel recibe los rayos UV estas células responden produciendo un tinte de color marrón, la melanina, que filtra la luz del sol y la absorbe. Así funciona como protector solar natural, una especie de barrera que impide la penetración de los rayos UVA en las capas profundas de la piel y causar cambios anormales en las células.
En los bebés, esta importante función protectora de la piel no está completamente desarrollada. Los melanocitos no producen suficientes pigmentos para proteger por sí solo el cuerpo. No es hasta el segundo año de vida, que la piel poco a poco aprende a reaccionar con la luz del sol para broncearse. Este proceso de aprendizaje se completa hasta la pubertad, por lo que el hombre hasta los 18 años, absorbe aproximadamente el 80 por ciento de los UVA que recibirá toda su vida en la piel.
Además de la producción de melanina, la piel de los bebés es muy delgada y su estructura es todavía muy inestable. Por lo tanto, los rayos UVA pueden penetrar más fácilmente en las capas más profundas de la piel y causar daño celular. Puesto que la piel del bebé no es suficientemente madura para reparar esos daños de manera independiente, el daño celular en esta edad es el doble de grave. Una protección solar adecuada es absolutamente necesaria para compensar la ausencia de las funciones esenciales de la piel y proteger al bebé de un daño duradero.